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Nuevos profesionales en la sociedad del conocimiento

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A medida que avanza, la sociedad se complejiza. Las relaciones sociales, el conocimiento, la economía, la política, la relación con la tecnología y en sí, todas las dimensiones de la vida plantean retos más grandes. Unos la llaman “sociedad del conocimiento”, otros “sociedad de la información”, pero lo que es cierto es que los desafíos que plantea deben ser asumidos por profesionales más preparados, con perfiles enriquecidos.

“Esta nueva sociedad de la información va a demandar una educación, en general, que desarrolle en los estudiantes cualidades como la flexibilidad o la creatividad a la hora de responder a las demandas sociales”, afirma Verónica Marín Díaz, autora del segundo capítulo de Nuevos escenarios digitales: Las tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la formación y desarrollo curricular”, libro coordinado por los profesores Julio Barroso Osuna y Julio Cabero Almenara.

Este ya no es un mundo de disciplinas y profesiones altamente especializadas y rígidas. Los profesionales son llamados a complementar su formación con conocimientos diversos que les den la capacidad de adaptarse a distintos contextos. La formación tradicional se ha adaptado a esta realidad, flexibilizando sus currículos y procesos de enseñanza-aprendizaje para los perfiles amplios que necesitan las empresas y las organizaciones de hoy.

Los profesores japoneses Hatano e Inagaki describen a este tipo de profesionales de vanguardia como “expertos adaptables”, quienes “están basados en el aprendizaje flexible, colaborativo y de cambios continuos. Esta perspectiva demanda generación de conocimiento, creatividad, curiosidad y habilidad para desaprender viejos paradigmas y aportar nuevas ideas, un entorno de complejidad, hiper-conectividad y un ambiente continuamente cambiante”.

En este escenario, la universidad no puede pretender darle todos los conocimientos al estudiante; él es el protagonista de su proceso formativo y en gran medida escoge lo que va a aprender. Para lograr esta flexibilidad, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) son las herramientas precisas. Concretamente, los escenarios virtuales de formación son alternativas, soportadas en Red, para enriquecer el perfil profesional: los Cursos Abiertos Masivos en Línea (MOOC), los ‘micromásters’, los cursos cortos y los programas de certificación profesional son algunos de ellos.

Eduardo Zambrano, representante para América Latina de edX, plataforma que diseña y dispone estos espacios virtuales de formación, reconoce que complementar la formación que se recibió, añadiendo “al currículum cualidades en los campos más demandados como la informática, las lenguas, la ciencia de los datos (Big Data) y la programación, pueden ayudarle a destacarse con los empleadores, lo que hace un candidato más atractivo para una promoción o incluso darle la oportunidad de ampliar los horizontes”.

Por su parte, el mercado laboral actual reconoce al profesional que diversifica su conocimiento: “los estudiantes pueden inscribirse en los MOOC de edX y obtener un ‘certificado verificado’, una adición valiosa a los portafolios académicos o profesionales y se pueden agregar al currículum / perfil de LinkedIn”, afirma Zambrano.

Ahora bien, la tecnología por sí sola no garantiza perfiles profesionales enriquecidos. Para interactuar en estos escenarios virtuales de formación son necesarias ciertas competencias tecnológicas, un conjunto de habilidades que facilitan la relación con las TIC y que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su texto “¿Cómo competir por los trabajos de la era digital?”, identifica como el DQ (coeficiente digital): “la facilidad y el manejo de los medios digitales por parte de un individuo”. 

Lejos de lo que normalmente podría suponerse, aumentar el DQ no es una cuestión de edad: no sólo los jóvenes, conocidos como los millennials, son los llamados a usar la tecnología hábilmente. Incluso aquellas personas formadas en décadas anteriores pueden desarrollar un alto coeficiente digital. Para el BID, “todos deberíamos fortalecer nuestro coeficiente digital lo antes posible y, de esta manera, prepararnos para las necesidades de talento que el trabajo dominado por tecnologías emergentes demanda”.

Afrontar, entonces, la sociedad de hoy, requiere de perfiles profesionales que sean una conjunción entre conocimientos variados, transdisciplinares, y las habilidades digitales para poder aprenderlos y aplicarlos. 

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